El periplo institucional de la colección filipina de José Coronado (MUEC)

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Desde la Exposición General de Islas Filipinas de 1887 hasta el Museo Etnológico de Barcelona, ​​la colección filipina de José Coronado Ladrón de Guevara ha pasado por numerosas instituciones y traslados. Su recorrido, marcado por exposiciones universales, decisiones políticas y reorganizaciones museísticas, refleja la compleja gestión del patrimonio colonial en el Estado español
El periple institucional de la col·lecció filipina de José Coronado (MUEC)

La primera noticia que tenemos de la colección depositada por José Coronado Ladrón de Guevara nos traslada a la exposición colonial que tuvo lugar en el Parque del Retiro de Madrid en 1887. Bajo el nombre de Exposición General de las Islas Filipinas, el evento aglutinó a gran parte de los artefactos que hoy en día conforman las colecciones filipinas de varios museos del Estado. De los 400 artefactos que conforman la colección del Museu Etnològic i de Cultures del Món (MUEC), cerca de la mitad fueron exhibidos en la ceremonia.

Después de concluido el evento, muchos de los artefactos permanecieron en el Museo Biblioteca de Ultramar hasta que fue clausurado en 1896. Este museo fue instalado en el Palacio de la Minería. Pero probablemente no era el caso de la colección del MUEC: éste seguramente viajó a Barcelona una vez clausurado el evento. Según la misma museografía del MUEC, la colección fue exhibida durante la Exposició Universal de Barcelona de 1888, aunque no existen evidencias al respecto y posiblemente se trate de un error.

En agosto de 1895, los cerca de 400 artefactos que conforman la colección se encontraban ya en Barcelona. En concreto, en el barrio de Sant Gervasi, donde residía el coleccionista y donde la Junta de Museos de Cataluña envió una comisión técnica entre octubre y noviembre del mismo año, para examinar la colección. En esta ocasión, la colección no sería considerada apta para figurar en los museos catalanes. Un año después de la pérdida de la colonia filipina, y probablemente por esa razón, es aceptada, y finalmente depositada en el Museo Histórico Arqueológico en 1900.

En 1902, según el anuario estadístico de la ciudad de Barcelona, ​​la colección se encuentra en el Museo de Arte Decorativo y Arqueológico, situado en el Palacio Real (actual edificio del Parlamento de Cataluña); en 1903, en el Museo de objetos curiosos y hechos memorables; en 1907, en el Museo de Arte Decorativo y Arte Arqueológico. Estos últimos cambios no fueron más que nominales, ya que en la práctica los artefactos permanecieron en el mismo espacio, es decir, en el edificio de la Ciutadella.

En 1932 el Museo de Arte Decorativo es desmantelado, y las colecciones se reparten entre el Museu Arqueològic de Catalunya y el Museu d’Art de Catalunya para su formación. Probablemente, la colección fue a parar a este último, dado que actualmente podemos encontrar documentos vinculados a la misma – básicamente listas de artefactos y correspondencia – al archivo de este museo.

De acuerdo con una de estas listas, las colecciones abandonan el Museu d’Art de Catalunya con destino al Arxiu Històric de la Ciutat y al Museu Etnogràfic antes de 1941. Aunque no se conoce la existencia de ningún museo etnológico o etnográfico en estas fechas, según los conservadores del MUEC, en la década de 1930 el proyecto ya existía, pero pero este debió de verse interrumpido por la guerra.

Probablemente, los artefactos permanecieron en los almacenes del Arxiu Històric hasta que, antes de 1949, la Junta de Museos cede la colección para la formación del Museu Etnològic de Barcelona, ​​institución en la que permanece hasta el día de hoy.

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