Síntesis de los resultados
Antes de la colonización española, la isla de Panay, en Filipinas, estaba habitada por diversos grupos indígenas, cada uno con características culturales y sociales distintivas. En las tierras bajas, los principales grupos eran los visayans, especialmente el subgrupo hiligaynon, que se establecieron en las provincias de Iloilo y Càpiz. Con una estructura social avanzada, los hiligaynon vivían en comunidades llamadas barangays, lideradas por datus o líderes. Su economía se basaba en la agricultura, la pesca y el comercio interinsular. Otro grupo significativo eran los karay-a, presentes principalmente en Antique y en algunas áreas de Iloilo. Igual que los hiligaynon, los karay-a estaban organizados en un sistema de datus y barangays, participando activamente en la agricultura y el comercio. Mientras tanto, en las tierras altas, vivían grupos como los sulod-bukidnon, que mantenían una estructura social más comunitaria y tenían prácticas culturales arraigadas en tradiciones orales y creencias animistas. Los ati, uno de los grupos más antiguos de Panay, habitaban áreas montañosas y costeras, y mantenían un estilo de vida nómada centrado en la caza y la recolección.
La colonización española en el siglo XVI transformó el paisaje político y social de Panay. Con la llegada de los españoles, la evangelización se convirtió en un instrumento clave para consolidar el control sobre los grupos étnicos de las tierras bajas, como los hiligaynon y karay-a, integrándolos en la estructura religiosa y social colonial. Las órdenes religiosas, especialmente los agustinos, jugaron un papel crucial en la administración local, el desarrollo económico y la educación. En el siglo XIX, la expansión de la producción de azúcar y el comercio internacional fomentaron cambios económicos significativos, especialmente en Iloilo, que se convirtió en un centro de comercio azucarero. La influencia de los mestizos chinos, o sangleys, en la economía fue notable, tanto liderando la industria textil como participando del negocio del azúcar en Negros. A pesar de los intentos de integración colonial, la región experimentó resistencia, como ocurrió en la rebelión de Antique en 1888, que reflejaba el descontento local y la lucha por la autonomía frente al dominio español. Esta rebelión, aunque fue sofocada, evidenció la capacidad de organización y de resistencia de las comunidades locales en busca de autodeterminación.
En este contexto, en 1886, el guardia civil Juan Díaz Peña requisó, en el municipio de Cápiz, una lanza de doble punta mediante el apresamiento de Inocente Isarrán, un posible datu o líder rebelde remontado (tal como se denominaba a aquellos que buscaban refugio en las montañas para evitar las imposiciones coloniales). Esta lanza, junto con otras armas, fue donada a la BMVB en 1890 por Patricio Montojo, almirante español que tuvo un papel destacado en la historia naval de Filipinas. En 1898, la escuadra española bajo su mando fue destruida por la flota estadounidense en la batalla de la bahía de Cavite, hecho que condujo a la toma de Manila y a la pérdida del archipiélago filipino por parte de España. Se desconoce no obstante la manera en que Montojo pudo adquirir estas armas.
Reconstrucción cronológica de la procedencia
La presente lanza de doble punta es un objeto raro de la colección filipina de la BMVB. Como no hay información en el inventario de la colección, se consultó el Butlletí de la BMVB, publicado mensualmente durante los primeros años de trayectoria de la institución. Se revisaron las diferentes donaciones de objetos filipinos publicadas en el boletín y recibidas entre mayo de 1885 y octubre de 1901.
En diciembre de 1890 (Butlletí de la BMVB, 1890, n.º 75: 7), se publica la siguiente donación de D. Patricio Montojo:
«Esta vez nos ha remitido una rodela, dos escudos y cuatro lanzas. Pertenecieron estas últimas; á una partida de malhechores de Copiz [sic], en las Islas Filipinas, cuyo cabecilla, llamado Inocente Isarran, fué capturado por el sargento de la Guardia Civil Juan Diez Peña en 1886. Con la lanza más larga fué herido el sargento, con la mediana un guardia y con la menor fué muerto otro. La cuarta lanza es de dos hierros (no poseíamos ninguna de esta clase), y es el arma del ejecutor de la justicia feudal munari. La rodela es propia de los indígenas infieles de la orilla izquierda del Pulangui, Río Grande, de Mindanao, y en cuanto á los escudos proceden de moros illanos, piratas indómitos y fieros que habitan la bahía Illana de Mindanao».

Patricio Javier Montojo y Pasarón (1839-1917) fue un almirante español que tuvo un papel crucial en la historia naval de Filipinas. Inició su carrera en la Marina en 1852 y destacó por su participación en varias misiones y conflictos, especialmente en Filipinas. En 1861, Montojo formó parte de la expedición naval que intervino en el asalto y toma de la cotta (fuerte) de Pagalungan en Mindanao. Ascendió a teniente de navío en 1862 por su participación en esta acción. Realizó numerosos viajes y misiones en el sudeste asiático, recibiendo una condecoración por haber intervenido en acciones francoespañolas. En 1866, formó parte de la escuadra española durante la Guerra del Pacífico, tomando parte en el bloqueo y bombardeo del Callao. Después de varios destinos en Cuba, Puerto Rico y América del Sur, volvió a Filipinas en 1887 y fue comandante de la División del Sur, encargada de la vigilancia naval en el archipiélago de Joló, una área conocida por la actividad pirata.
En 1896, ascendió a contraalmirante y regresó a Filipinas como comandante general del puerto militar y la escuadra filipina. En 1897, durante el levantamiento armado independentista en el archipiélago, Montojo lideró operaciones navales para apoyar a las fuerzas terrestres, intentando sofocar la rebelión en la provincia de Cavite. En 1898, la escuadra española bajo su mando fue destruida por la flota norteamericana en la batalla de la bahía de Cavite, hecho que condujo a la toma de Manila y a la pérdida del archipiélago filipino por parte de España. Posteriormente, Montojo fue suspendido de sus funciones y trasladado a Madrid para enfrentarse a un Consejo Supremo de Guerra y Marina, que lo condenó a prisión y lo inhabilitó para el servicio activo.
Sin duda, Montojo era conocedor de la iniciativa de Balaguer de conseguir donaciones para la BMVB, como atestiguan dos cartas suyas del fondo epistolar de Víctor Balaguer. La primera, escrita desde Cavite, informa de un envío de flechas (Montojo, 10/11/1887) y otra hace referencia a objetos procedentes de Puerto Rico (Montojo, 13/09/1894), aparte de la donación publicada en el boletín donde se incluye la presente lanza de doble punta, que pasó a formar parte de la colección filipina a finales de 1890.
Volviendo a la descripción del boletín, este nos dice que las cuatro lanzas pertenecieron a «una partida de malhechores de Copiz, en las Islas Filipinas, cuyo cabecilla, llamado Inocente Isarran, fué capturado por el sargento de la Guardia Civil Juan Diez Peña en 1886. […] La cuarta lanza es de dos hierros (no poseíamos ninguna de esta clase), y es el arma del ejecutor de la justicia feudal munari».
En cuanto a la localización, se trata de Cápiz (Kapis, en tagalo) y no «Copiz» como dice el texto. La región de Cápiz, que se encuentra en la isla de Panay, posee una importante zona montañosa en la cordillera de Sierra Madre de Panay, que se extiende a través de varias provincias de la isla. Esta área montañosa forma parte de las características topográficas que separan Cápiz de otras provincias vecinas. La provincia se distinguía por su producción agrícola, siendo el arroz y el azúcar sus principales cultivos. Estas actividades agrícolas eran facilitadas por la presencia de grandes tierras bajas fértiles y una red de ríos que proporcionaba agua para el riego.
La sociedad en Cápiz durante el siglo XIX estaba organizada en un sistema de barangays, liderados por datus o líderes locales, aunque la estructura política y social se integraba cada vez más en el sistema colonial español. La influencia de los misioneros católicos fue notable, puesto que establecieron iglesias y escuelas en la zona que promovían la conversión al cristianismo y la educación occidental. Este proceso de evangelización tuvo un impacto profundo en la cultura local, integrando prácticas religiosas católicas en la vida diaria de los habitantes. Pero su ejercicio de rol dominante (apreciado por el Gobierno) y los abusos de autoridad cada vez más frecuentes provocarían tensiones con las poblaciones (Blanco, 2015: 33).
Sobre los grupos étnicos que habitaban en Cápiz, los hiligaynon eran el predominante en la región. Forman parte de los visayans y eran conocidos por su lengua, también llamada «hiligaynon» o «ilonggo». Este grupo se dedicaba principalmente a la agricultura, la pesca y el comercio interinsular. Además de los hiligaynon, algunos karay-a también vivían en áreas próximas, especialmente en la frontera con la provincia de Antique. Aunque los karay-a eran más predominantes en Antique, había interacciones culturales y comerciales significativas entre los karay-a y los hiligaynon en Cápiz. Los ati, un grupo indígena aeta, también habitaban en la región, aunque sobre todo en las áreas más remotas y montañosas. Los ati vivían de la caza, la recolección y la agricultura de subsistencia, y aunque su presencia en Cápiz era menor comparada con la de otros grupos, mantenían sus prácticas culturales ancestrales.
En el boletín se explica que las armas fueron requisadas a un grupo de malhechores por parte del sargento de la Guardia Civil Juan Díaz Peña. La Guardia Civil en Filipinas jugó un papel crucial en la administración colonial española, actuando como una fuerza de seguridad clave en el mantenimiento del orden público y la represión de levantamientos. A menudo se enfrentaba a desafíos relacionados con la insurreción y la desconfianza de la población local, lo cual complicaba su tarea. A pesar de sus esfuerzos para implementar un sistema de seguridad eficaz, las dinámicas internas y los recelos entre los oficiales europeos y las tropas locales debilitaban su efectividad. La Guardia Civil estaba formada principalmente por personal local bajo supervisión de oficiales españoles, lo cual, si bien facilitaba la movilización y el conocimiento del terreno, también implicaba problemas de lealtad, puesto que algunos guardias locales simpatizaban con los insurrectos (Pezuela, 1877: 67). También los oficiales españoles ejercían abusos de poder y, a veces, aprovechaban su posición para malversar o prevaricar. En muchos lugares del archipiélago, la Guardia Civil era la única fuerza de seguridad operativa.

Sobre Juan Díaz Peña poco hemos podido averiguar. En servicio activo desde 1882 (Archivo General Militar de Madrid [AGMM], 1886, 5459.4: 8), se han documentado tres operaciones en las que estuvo involucrado.
En El Comercio de Manila del 18 de febrero de 1887, se describen dos operaciones donde participó el sargento primero Juan Díaz Peña en la provincia de Cápiz. Una de ellas, sucedida el 13 de enero de 1887, en un lugar denominado Tinugean, se habría producido a raíz del asalto a un mercader y al mayordomo del rector del pueblo de Cariés en el distrito de la Concepción (Iloilo), por parte de una cuadrilla de malhechores formada por ocho hombres que iban provistos de armas blancas y de fuego. Juan Díaz comandó la operación de persecución en la que —además de recuperar parte de los objetos robados— se detuvo al jefe de la cuadrilla, el «famoso cabecilla Julián (a) Pag-pag» (El Comercio, 18/02/1887: 3), y a otros cinco miembros de la banda. En la segunda operación —cuyo expediente ha sido localizado también en la AGMM (íbidem)—, el sargento Peña detuvo, en las montañas de Miauay del pueblo de Ivisan, a un soldado con licencia ilimitada que fabricaba armas en una herrería clandestina y las suministraba a grupos delictivos.
Por otro lado, existe una última operación documentada, en abril de 1886, en la que se detuvo a unos santones escondidos en las montañas. Esta operación que perseguía deshacer un foco de remontados y fanáticos que perturbaban la seguridad e impedían la reducción total de un importante número de montañeses (AGMM, 1886, 5459.4: 4).
El hecho es que la colonización española introdujo un nuevo sistema de etiquetas coloniales que tuvo un impacto significativo en la definición de la identidad social de los habitantes de Panay (German: 24). Los términos utilizados por los colonizadores para describir a los grupos indígenas a menudo reflejaban jerarquías coloniales y estereotipos que influían en cómo eran percibidos estos grupos tanto por los colonizadores como entre ellos mismos. Dichas etiquetas a menudo simplificaban la rica diversidad cultural de la isla y promovían la idea de que los habitantes de las tierras altas, como los sulod-bukidnon y los ati, eran menos civilizados que los grupos de las tierras bajas, que se integraban más fácilmente en el sistema colonial. Por otro lado, se consideraba malhechores no solo a los delincuentes, sino a todos aquellos que no aceptaban la dominación española, especialmente a los líderes o jefes. En el caso de los babailanes (líderes religiosos indígenas), considerados santones, sanadores, chamanes o videntes, se les atribuían prácticas supersticiosas e incluso heréticas (Blanco, 2015: 18).
Considerando estas etiquetas coloniales, la detención de Inocente Isarrán y de su cuadrilla de malhechores por parte de Juan Díaz Peña adquiere un significado diferente. Y la lanza de doble punta, descrita como «arma del ejecutor de la justicia feudal munari», juega un papel decisivo. El término «munari» era utilizado por el Ejército español en Sulu y Mindanao para designar a una figura judicial islámica presente en los sultanatos musulmanes de las islas del sur (Espina, 1888: 579). En este contexto, el munari era un tipo de oficial o líder que ejercía funciones judiciales, actuando como juez o árbitro en conflictos civiles y asuntos legales dentro de la comunidad. El uso del término en la nota del boletín puede indicarnos que la persona que la redactó estaba familiarizada con este término, muy posiblemente por haber vivido en esos lugares. Es posible que el mismo Montojo proporcionara dicha información, puesto que vivió tanto en Mindanao como Joló.
Aun así, en las estructuras sociales de Panay, no existía esta figura, sino que sus funciones recaían en los líderes locales o datus. Los datus también actuaban como jueces, resolviendo disputas locales basadas en las leyes y las costumbres tradicionales. Por lo tanto, es difícil creer que el jefe de una banda de malhechores fuera a la vez el administrador de la justicia feudal. Tiene más sentido creer que Inocente Isarrán era un datu rebelde a la administración española de la zona de Cápiz. Podría tratarse de un remontado, que era como los españoles denominaban a aquellos que buscaban refugio en las montañas para evitar las imposiciones coloniales, como por ejemplo los tributos, el trabajo forzoso (polo y servicios) y la conversión religiosa al cristianismo. Como vivían en la clandestinidad, eran considerados malhechores. En cuanto a qué grupo podría haber pertenecido, podría haber sido hiligaynon o karay-a, que habitaban en las zonas bajas de Cápiz, y estuvieron más tiempos expuestos a la dominación colonial, como su nombre de origen español podría indicarnos.
De cómo Montojo pudo obtener esta lanza para su envío a Vilanova, no hemos sido capaces de encontrar información alguna.
Mapa de la Isla de Panay: distritos de Ilo-Ilo, Cápiz y Antique (1875) [Depósito de la Guerra]
Archivo Cartográfico de Estudios Geográficos del Centro Geográfico del Ejército. Signatura: Ar.Q-T.1-C.1-16
Estimación de la procedencia
La lanza de doble punta, un objeto raro de la colección filipina de la Biblioteca Museo Víctor Balaguer (BMVB), llegó a Vilanova a través de una donación de Patricio Montojo. En el Butlletí de la BMVB de diciembre de 1890, se menciona que Montojo donó una serie de objetos que incluían esta lanza. Patricio Javier Montojo y Pasarón fue un destacado almirante español con un papel crucial en la historia naval de Filipinas. Su carrera empezó en 1852, y participó en diversas misiones en Filipinas y en el sudeste asiático, incluidas acciones militares en Mindanao y enfrentamientos durante la Guerra del Pacífico. Montojo mantuvo una relación próxima con Víctor Balaguer, evidenciada por sus cartas y donaciones de objetos a la BMVB, incluidas armas y otros artefactos filipinos.
La lanza formaba parte de un conjunto de armas capturadas a «un grupo de malhechores» en Cápiz, Filipinas, liderado por Inocente Isarrán. Este grupo fue desarticulado en 1886 por el sargento de la Guardia Civil Juan Díaz Peña, quien se enfrentó a estos bandidos y capturó al caudillo. Según el boletín, las lanzas fueron usadas durante el enfrentamiento, provocando heridas a algunos miembros de la Guardia Civil. La lanza de doble punta es descrita como el arma del «ejecutor de la justicia feudal munari», sugiriendo un rol simbólico o de autoridad en el grupo de Isarrán.
La región de Cápiz, en la isla de Panay, se caracterizaba por su geografía montañosa y producción agrícola. Durante el siglo XIX, la sociedad en Cápiz estaba estructurada en barangays liderados por datus, con una fuerte influencia de la colonización española y la evangelización católica. Los hiligaynon, predominantes en la región, junto con algunos karay-a y ati, constituían los principales grupos étnicos. El contexto de la captura de Inocente Isarrán sugiere que podría haber sido un datu o líder rebelde remontado que se resistía a las imposiciones coloniales y, posiblemente, lideraba a una comunidad que se oponía a la administración española. La lanza de doble punta, considerada un objeto simbólico de autoridad, refuerza dicha interpretación. Sin embargo, no se han encontrado detalles específicos sobre cómo Montojo adquirió la lanza antes de su envío a Vilanova.
Posibles clasificaciones alternativas
En función de los descubrimientos de la presente investigación, debería modificarse la información en el inventario de la BMVB:
Método de adquisición: Confiscación
Lugar de adquisición: Provincia de Cápiz, isla de Panay
Lugar de producción/origen: Provincia de Cápiz, isla de Panay
Colector/a: Juan Díaz Peña
Donant o vendedor/a: Patricio Javier Montojo y Pasarón
Grupo de adscripción: Grupos hiligaynon o karay-a, provincia de Cápiz, isla de Panay
Fecha de adquisición por parte de la institución: Diciembre de 1890
También sería importante incorporar información al inventario sobre la contextualización histórica del lugar de origen del objeto, así como de los posibles portadores culturales del mismo.
Fuentes complementarias
Agoncillo, T. A. (1990). History of the Filipino People. Quezon [Filipines]: Garotech Pub.
Blanco Andrés, R. (2015). Los sucesos de Antique de 1888. <https://www.agustinosvalladolid.es/estudio/investigacion/archivoagustiniano/archivofondos/archivo2015/archivo_2015_01.pdf> [consulta: 05-07-2024].
Boletín de la Biblioteca Museo Víctor Balaguer (1a època, 1890), (75). Vilanova i la Geltrú: Imp. José A. Milá.
Cabrero, L. (1990). La espiritualidad de la hueste de Legazpi: La conquista pacífica de las Islas Filipinas. <https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/4768/1/LEONCIO%20CABRERO.pdf> [consulta: 05-07-2024].
Castellanos Escudier, A. (s. d.). Biografía de Patricio Javier Montojo y Pasarón. Real Academia de la Historia. <https://dbe.rah.es/biografias/13155/patricio-javier-montojo-y-pasaron> [consulta: 07-01-2024].
Elizalde, M. D., i Huetz de Lemps, X. (2015). Un singular modelo colonizador: El papel de las órdenes religiosas en la administración española de Filipinas, siglos XVI al XIX. Illes i Imperis, (17), 185-201. <https://www.raco.cat/index.php/IllesImperis/article/view/299480> [consulta: 05-07-2024].
Espina, M. A. (1888). Apuntes para hacer un libro sobre Joló: Entresacados de lo escrito por Barrantes, Bernáldez, Escosura, Francia, Giraudier, González, Parrado, Pazos y otros varios. Manila: Imprenta y Litografía de M. Pérez, hijo.
German, M. A. (s. d.). (Re)searching identity in the highlands of Central Panay. AghamTao, 19, 20-37. <https://pssc.org.ph/wp-content/pssc-archives/Aghamtao/2010/06_(Re)%20Searching%20Identity%20in%20the%20Highlands%20of%20Central%20Panay.pdf> [consulta: 05-07-2024].
McCoy, A. W. (2017). Formación de élites y revolución social en las Filipinas del siglo XIX: La sociedad de plantación de las Visayas Occidentales. Dins M. D. Elizalde i X. Huetz de Lemps (ed.), Filipinas, siglo XIX: Coexistencia e interacción en el Imperio español (p. 137-170). Madrid: Polifemo.
Ministerio de Guerra (1886). Concesión de recompensas a la Guardia Civil por capturar a varios malhechores en Ivisán (Filipinas). Fons secció d’Ultramar del Ministerio de Guerra, signatura 5460.5. Madrid: Archivo General Militar de Madrid.
—(1886). Petición de recompensas por la captura de unos santones en Cápiz (Filipinas). Fons secció d’Ultramar del Ministerio de Guerra, signatura 5459.4. Madrid: Archivo General Militar de Madrid.
Montojo, P. (10 de novembre de 1887). Carta manuscrita a Víctor Balaguer. Fons epistolari de Víctor Balaguer, signatura 8701389. Vilanova i La Geltrú: Biblioteca Víctor Balaguer.
Montojo, P. (13 de setembre de 1894). Carta manuscrita a Víctor Balaguer. Fons epistolari de Víctor Balaguer, signatura 9400369. Vilanova i La Geltrú: Biblioteca Víctor Balaguer.
Pezuela, J. F. de la (1877). España en Filipinas: Estudio de algunos problemas que ofrece la situación actual de las islas. Madrid: Imprenta de Manuel Tello.
Regalado, F. B. (juliol de 1966). The Story of Ancient Panay: Its Settlement and Pre-Spanish Culture. The Southeast Asia Quarterly, 75-87. <https://repository.cpu.edu.ph/bitstream/handle/20.500.12852/2695/05_SAQ_REGALADOFB_1966.pdf?sequence=1&isAllowed=y> [consulta: 05-07-2024].
Saleeby, N. M. (1905). Studies in Moro history, law, and religion. Manila: Bureau of Public Printing. <https://www.gutenberg.org/ebooks/41770> [consulta: 05-07-2024].
Spanish Filipino Genealogy Research Services (28 de gener de 2015). Teniente coronel de la Guardia Civil en Filipinas [Fotografía]. Facebook. <https://www.facebook.com/661439860616685/photos/a.661442220616449/812576535503016/> [consulta: 21-09-2024].