Síntesis de los resultados
La silla de montar para mujer hecha de bejuco, procedente de la provincia de Camarines Sur, Filipinas, es un objeto que refleja la compleja interacción cultural y política del período colonial español. Donada por Regino García y Baza, un reconocido artista y botánico filipino, la pieza formó parte de la Exposición General de las Islas Filipinas, organizada por Víctor Balaguer en Madrid en 1887. Posteriormente, el mismo García, durante el mes de diciembre de ese año, la donó (junto con otra montura) a la Biblioteca Museo Víctor Balaguer.
La silla fue exhibida en la sección «Población» de la exposición, que pretendía mostrar la vida cotidiana filipina a los visitantes europeos desde una perspectiva etnográfica. Tras la muestra, la silla fue donada a la Biblioteca Museo Víctor Balaguer, convirtiéndose en parte de una colección que ilustraba el intercambio cultural y el dominio colonial de la época. Su envío a España fue realizado mediante un sistema centralizado de recogida de artefactos, que reflejaba las jerarquías coloniales que involucraban a las élites locales bajo la supervisión de la autoridad colonial. Aunque la donación de García se inscribía en un esfuerzo por preservar la riqueza cultural filipina, también debe entenderse en el marco de las dinámicas de poder y las narrativas coloniales imperantes.
Víctor Balaguer, destacado político e intelectual catalán, tuvo un papel fundamental en la organización de la exposición de Madrid. Como ministro de Ultramar y fundador de la Biblioteca Museo Víctor Balaguer, Balaguer fue uno de los principales impulsores de la recopilación y exhibición de artefactos coloniales. La correspondencia de Balaguer y el Butlletí de la BMVB mencionan el envío de objetos a Vilanova tras la exposición. Entre octubre de 1887 y febrero de 1888, se registraron donaciones procedentes de dicha muestra, aunque algunos objetos no aparecían en las publicaciones del museo. Balaguer facilitó la transferencia de esos objetos a Vilanova, consolidando su papel como promotor clave de la difusión cultural y del legado filipino en Europa.
La exposición incluyó una amplia gama de artefactos destinados a proporcionar una visión entendible de la vida y cultura filipinas. Sin embargo, las descripciones y la contextualización de dichos objetos fueron a menudo insuficientes, lo cual limitaba la comprensión del público de la verdadera complejidad cultural y religiosa de Filipinas.
La Exposición General de las Islas Filipinas de 1887 generó un impacto significativo en la percepción pública y en la política colonial española. Fue un intento de reafirmar el control colonial y demostrar el conocimiento y dominio español sobre Filipinas. La inclusión de un zoológico humano, donde se exhibió a personas de las regiones más resistentes al dominio español, reflejaba la necesidad de justificar la presencia y acciones coloniales. La llegada de la pieza hasta Vilanova y su posterior exhibición simbolizan el legado y las contradicciones del colonialismo español, así como el interés por documentar y preservar culturas que fueron alteradas y reinterpretadas bajo un prisma colonial.
Reconstrucción cronológica de la procedencia

La primera noticia que hallamos de esta pieza aparece en el Butlletí de la Biblioteca Museu Víctor Balaguer de diciembre de 1887. En esta entrada consta que Regino García y Baza hizo un donativo de dos sillas o monturas albayanas y dos cuchillos (bolos). Paralelamente, en el Catálogo de la Exposición General de las Islas Filipinas también consta que Regino García y Baza donó dos monturas de bejuco, una de mujer y otra de hombre, ambas provenientes de la provincia de Camarines Sur (antes llamada «Nueva Cáceres»). Gracias a esta información, podemos deducir que la silla de montura femenina de la cual se habla, tanto en el boletín como en el catálogo, es la que consta en este informe de procedencia.
Regino García y Baza (1840-1916) fue un destacado artista, botánico y forestal filipino. García se formó como topógrafo, pintor y botánico, y se involucró activamente en el servicio civil, cosa que le permitió aplicar sus habilidades tanto artísticas como científicas a múltiples proyectos. Fue jefe de personal del Jardín Botánico de Manila y miembro de la Sociedad Española de Historia Natural. Una de sus obras más destacadas es El labrador, pintura expuesta en el Museo Nacional del Prado.
Regino García y Baza fue seleccionado por Sebastián Vidal y Soler, quien dirigía la participación filipina en la exposición, para asistir tanto en la preparación como en la exhibición de los elementos que representaban a Filipinas. García supervisó la construcción de las casas de bambú y nipa que recreaban las estructuras típicas del archipiélago y dirigió las exhibiciones de la sección forestal. Su habilidad para clasificar y exhibir especímenes botánicos fue esencial para ofrecer una muestra de la riqueza forestal de las islas.
La contribución de García fue ampliamente reconocida durante la exposición. Recibió menciones honoríficas por sus pinturas, que representaban vistas y temas filipinos, así como una medalla de oro por las exhibiciones sobre el arroz en la Exposición General de las Islas Filipinas en Madrid en 1887 y en la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Su trabajo fue fundamental para destacar la diversidad y la abundancia de recursos naturales en el archipiélago, aunque dichas exhibiciones se enmarcaban en una narrativa que servía a los intereses coloniales.
Sabemos que fueron enviados objetos desde la Exposición General de las Islas Filipinas hasta la BMVB gracias a Víctor Balaguer. Víctor Balaguer i Cirera (1824-1901) fue un político, escritor, periodista e historiador catalán. En el año 1884 inauguró en Vilanova i la Geltrú la Biblioteca Museo Víctor Balaguer que se convirtió en una institución que ofrecía servicios de biblioteca, hemeroteca, museo y centro de enseñanza. Balaguer fue ministro de Ultramar en un tercer mandato (del 10 de octubre de 1886 al 14 de junio de 1888), impulsando importantes reformas en política arancelaria, obras públicas y transportes y comunicaciones. Balaguer también promovió la creación del Museo Biblioteca de Ultramar, en Madrid —que él mismo dirigió hasta su fallecimiento— y el Museo Biblioteca de Filipinas, en Manila. Paralelamente, Balaguer fue el verdadero artífice de la organización de la Exposición General de las Islas Filipinas, celebrada del 30 de junio al 30 de octubre de 1887, en el parque del Retiro de Madrid.
En el Butlletí de la BMVB de julio de 1887, página 5, la gran noticia es la inauguración de la exposición por parte de Víctor Balaguer, bajo los auspicios de la reina regente. Al final de la noticia, aparece un párrafo independiente que explica:
«Por conducto fidedigno hemos sabido que muchos de los objetos que figuran en la exposición de productos filipinos, actualmente abierta en Madrid, serán cedidos por sus dueños a esta Institución, para dar con ello una prueba de deferencia y gratitud al fundador de la biblioteca museo, actualmente ministro de Ultramar, a quien se debe la realización de tan importante certamen».
Balaguer solicitó duplicados de obras directamente a Filipinas, como el mapa etnográfico de Mindanao enviado desde allí hasta Vilanova (Oliva, 1887: 1). La correspondencia de Balaguer y el boletín también mencionan el envío de objetos a Vilanova tras la exposición. Entre octubre de 1887 y febrero de 1888 se registraron donaciones provenientes de la muestra, a pesar de que algunos objetos no están consignados en las publicaciones del museo. García fue uno de los expositores que donaron públicamente sus piezas a la colección de la BMVB.
El artefacto MBVB-8329 figuró en la sección segunda de la exposición —denominada «Población»— que había sido ideada, en un principio, como una especie de muestreo de trajes y de objetos domésticos empleados por los diferentes sectores que integraban la sociedad filipina de la época —incluyendo a los europeos que vivían en el archipiélago—. Una vez inaugurado el acontecimiento, sin embargo, aparecería como una sección eminentemente «etnográfica», según el sentido decimonónico del término (Sánchez Gómez; 46). Si bien el objetivo explícito de los organizadores de la exhibición, en cuanto a esta sección segunda, era el de ofrecer a los visitantes peninsulares un acercamiento a la vida cotidiana de los nativos filipinos —«Al visitar esta sección, los que no conozcan el Archipiélago, pueden formarse un juicio completo del modo de ser social y político de sus habitantes, [ya] que de ningún modo se estudia mejor el carácter y los hábitos de un pueblo, que poniéndose en contacto con cuanto le rodea en las manifestaciones íntimas de la vida» (Catálogo: 243)—, debe tenerse en cuenta que, en el momento en que nos encontramos, crece la percepción de que la posesión de la colonia peligra porque otras potencias imperiales están manifestando un interés cada vez mayor en expandir su influencia en esta región del Pacífico.
Las tensiones geopolíticas, especialmente después del conflicto hispanoalemán de 1885 respecto a las islas Carolinas, evidenciaban la fragilidad de la posición española en Filipinas y la necesidad urgente de reforzar la presencia colonial en la región (Sánchez Gómez; 35). Es por ello que la celebración de la Exposición General de las Islas Filipinas pretendía afirmar públicamente la presencia y la influencia españolas en sus posesiones asiáticas, así como demostrar —o, cuando menos, performar— que la administración española había logrado un conocimiento exhaustivo y el dominio sobre el territorio que administraba y sobre sus pobladores. Como eje central de esta muestra de poder se constituyó un zoológico humano en el que fueron exhibidas cerca de cuarenta personas nativas de ambos extremos (norte y sur) del archipiélago filipino. No es casualidad que las personas que participaron en este zoológico lo hicieran sin excepciones como representantes de aquellos grupos que más enconadamente habían defendido su independencia: los procesos de alterización de los pueblos igorrotes entroncan con la necesidad colonial de habilitar un sentido común que presentara a los sujetos acosados militarmente como merecedores del trato que recibían, fomentando una noción de salvajismo.
En cuanto a la recolección de objetos, se puso en marcha un organismo centralizado, con sede en Manila, con sus respectivas ramificaciones provinciales y locales. Las juntas locales recolectaban los artefactos sobre el terreno y los remitían a las subcomisiones provinciales, y estas a su vez los enviaban a Manila, desde donde viajaban hacia la península a bordo de las naves de la Compañía Transatlántica, propiedad de Antonio López y López. Cómo señala Sánchez Gómez, la composición de este sistema de recolección de artefactos reflejaba la estructura social y administrativa de la sociedad filipina del momento (ibídem: 44): las juntas locales estaban integradas por miembros de las élites indígenas, mientras que en las comisiones provinciales y central figuraban miembros del clero, así como autoridades civiles.
Estimación de la procedencia
El objeto en cuestión es una silla de montar para mujer hecha de bejuco, procedente de la provincia de Camarines Sur, Filipinas (antiguamente conocida como «Nueva Cáceres»). Este objeto fue donado por Regino García y Baza, un destacado artista, botánico y forestal filipino, conocido por su trabajo en la clasificación y exhibición de especímenes botánicos y culturales durante la Exposición General de las Islas Filipinas de 1887. La primera mención a esta pieza se encuentra en el Butlletí de la Biblioteca Museu Víctor Balaguer de diciembre de 1887, donde se registra como parte de un donativo de García que incluía dos sillas de montar y dos cuchillos (bolos).
El posible viaje de esta pieza empieza con su inclusión en la Exposición General de las Islas Filipinas en 1887, celebrada en el parque del Retiro de Madrid. La exposición fue organizada por Víctor Balaguer, un destacado político que ejercía de ministro de Ultramar español. Este acontecimiento buscaba afirmar la presencia y el control colonial español sobre Filipinas en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas. Su intención era presentar el archipiélago como una posesión valiosa del imperio, exhibiendo artefactos culturales y naturales en un marco que sirviera a los intereses coloniales.
Durante la muestra, la silla de montar formó parte de la sección «Población», que tenía como objetivo enseñar aspectos de la vida cotidiana filipina. Sin embargo, esta sección adquirió un enfoque eminentemente etnográfico para ofrecer a los visitantes europeos una visión del carácter y costumbres de los habitantes filipinos. Tras la exposición, Regino García y Baza donó públicamente la silla de montar a la colección de la Biblioteca Museo Víctor Balaguer, como forma de reconocimiento a la organización del acontecimiento y a su relación con Balaguer.
El transporte de la pieza desde Filipinas hasta España se realizó a través de un sistema centralizado de recogida de artefactos, con sede en Manila, y se enviaron los objetos a bordo de las embarcaciones de la Compañía Transatlántica. Este proceso reflejaba las jerarquías coloniales de la época, en las que las élites locales e indígenas estaban involucradas en la recogida de objetos bajo la supervisión de las autoridades coloniales.
La inclusión de la silla de montar en la colección de la BMVB es un ejemplo del intercambio cultural y de la transferencia de objetos que tuvo lugar durante el período colonial, y pone de manifiesto las complejidades de la interacción entre colonizadores y colonizados. Aunque la donación de García formaba parte de un esfuerzo por conservar y exhibir la riqueza cultural filipina, también tiene que valorarse en el contexto más amplio de las dinámicas de poder y las narrativas coloniales que caracterizaron a la época.
Posibles clasificaciones alternativas
Con los resultados obtenidos pueden actualizarse algunos campos en la ficha de inventario de este objeto:
Lugar de producción/origen: Camarines Sur (antes llamada «Nueva Cáceres», isla de Luzón)
Donante o vendedor/a: Regino García y Baza (1840-1916)
Fecha de adquisición por parte de la institución: Diciembre de 1887
Fuentes complementarias
Exposición General de las Islas Filipinas (1887). Catálogo de la exposición general de las Islas Filipinas celebrada en Madrid… el 30 de junio de 1887. Signatura: AHM/633416. Madrid: Biblioteca Nacional de España.
García y Baza, R. (s. d.). Regino García y Baza. Prabook. <https://prabook.com/web/regino.garcia_y_baza/3776028#google_vignette> [consulta: 08/08/2024].
La Ilustración. Revista Hispanoamericana (1887). Any 8, (360). Barcelona: Luis Tasso.
Oliva, J. (1887). Carta manuscrita de Joan Oliva a Víctor Balaguer. Fons epistolari de Joan Oliva, signatura Oliva/475. Vilanova i la Geltrú: Biblioteca Víctor Balaguer.
Pérez, Á. (1902). Igorrotes: Estudio geográfico y etnográfico sobre algunos distritos del norte de Luzón. Imp. de «El Mercantil».
Ruiz Gutiérrez, A. (2012). Arte indígena del norte de Filipinas: Los grupos étnicos de la Cordillera de Luzón. Granada: Atrio.
Sánchez Gómez, L. Á. (2003). Un imperio en la vitrina: El colonialismo español en el Pacífico y la Exposición de Filipinas de 1887. Madrid: CSIC Press.
Taviel de Andrade, E. (1887). Historia de la Exposición de las Islas Filipinas en Madrid en 1887 (2 vol.). Madrid: Imprenta de Uliano Gómez y Pérez.