Síntesis de los resultados
El mapa de las islas Filipinas de Pedro Murillo Velarde, conocido como la «madre de todos los mapas filipinos», es un símbolo histórico y cultural que refleja las complejidades del colonialismo español en Filipinas. Creado el 1734 por Murillo Velarde, un jesuita español, en colaboración con el grabador filipino Nicolás de Cruz Bagay, es un testimonio de la geografía, la diversidad cultural y las rutas comerciales del archipiélago filipino durante la era colonial. El mismo mapa constituye un elemento importante en la construcción identitaria de la nación filipina.
Durante el siglo XIX, Filipinas experimentó transformaciones económicas y sociales a causa de la expansión del comercio internacional y las inversiones extranjeras. Iloilo, la segunda ciudad más importante del archipiélago, se benefició significativamente de ello gracias a su estratégico puerto. En este contexto, Crisanto Pineda, abogado, destacó como una figura prominente. Nacido en Tondo, Manila, Pineda se mudó a Iloilo, donde ejerció de abogado, periodista y empresario. Pineda, de ascendencia mixta china y filipina nativa, formaba parte de una élite local que buscaba ascender en la jerarquía colonial. A pesar de sus éxitos, enfrentó desafíos por su ascendencia mestiza, hecho que lo llevó a luchar por el reconocimiento de sus derechos y su posición social.
Crisanto Pineda viajó a España en 1887 con diversos objetivos. En primer lugar, buscaba convalidar su título de abogado de la Real Audiencia de Filipinas para obtener el de licenciado en Derecho Canónico y Civil en España, importante para su reconocimiento profesional y para aumentar sus ingresos. Además, quería resolver pleitos relacionados con sus actividades empresariales en Iloilo y obtener un título nobiliario para elevar su estatus social. En febrero de 1888, Pineda recibió un Real Despacho de Nobleza y Armas, que lo designaba como hidalgo, un logro inusual para un mestizo sangley en la jerarquía social colonial.
Durante su estancia en España, Pineda conoció a Víctor Balaguer, entonces ministro de Ultramar, y mostró interés en las colecciones filipinas de la biblioteca museo en Vilanova i la Geltrú. Pineda visitó la biblioteca antes de volver a Manila y, como agradecimiento, decidió donar un ejemplar del Noli me tangere de José Rizal. Posteriormente, envió a la biblioteca una copia de la versión del mapa de Murillo Velarde de 1788, destacando su importancia histórica. La obtención del mapa por parte de Pineda está rodeada de misterio, pero refleja su intención de preservar y compartir la cultura filipina con el mundo, y por qué no, de difundir el sentido crítico de la población filipina que cada vez más reclamaba cambios y mejoras.
La decisión de Crisanto Pineda de donar el mapa puede entenderse en el contexto de sus intereses personales, profesionales y sociopolíticos, así como por su deseo de dejar un legado significativo. Una razón fundamental fue la consolidación de su estatus social y profesional. Pineda había trabajado mucho para mejorar su posición en la jerarquía colonial y la donación podría haber sido un gesto estratégico para fortalecer sus relaciones con figuras influyentes como Víctor Balaguer. También es importante considerar la red de contactos y la alineación masónica compartida con Balaguer, que podría haber facilitado una relación de confianza y colaboración.
Al hacer la donación, Pineda aseguró que su nombre quedara asociado a un acto de preservación cultural, proporcionándole un sentido de legado y de contribución perdurable a la historia filipina. La carta de Pineda a Balaguer, agradeciendo las recomendaciones que el ministro le había proporcionado, sugiere que veía a Balaguer como aliado y benefactor. La donación del mapa podría haber sido un acto de reciprocidad para fortalecer esta relación y obtener más apoyo para sus causas.
En conclusión, la donación del mapa de Murillo Velarde por parte de Crisanto Pineda a Víctor Balaguer fue probablemente un acto multifacético que combinaba sus aspiraciones personales, el interés por promover la cultura filipina y el deseo de establecer conexiones estratégicas en un entorno político y social complejo. Mediante esta donación, Pineda no solo contribuyó a la preservación de un importante patrimonio cultural, sino que también consolidó su lugar en la historia como un actor clave en la difusión del legado filipino en Europa.
Reconstrucción cronológica de la procedencia
El mapa de las islas Filipinas de Pedro Murillo Velarde custodiado en la BMVB es un ejemplar de la tercera versión del documento, elaborada para la obra Historia general de Philipinas, conquistas espirituales y temporales de estos españoles dominios del frare agustí Juan de la Concepción, realizada en 1788. La primera versión del mapa fue creada en 1734 por encargo del rey Felipe V para obtener un conocimiento más detallado de las posesiones españolas en el archipiélago filipino. Esta precisión cartográfica formaba parte de un esfuerzo por ejercer un control colonial efectivo sobre un territorio, la diversidad cultural y la resistencia indígena del cual desafiaban las pretensiones imperialistas. Inmediatamente, el mapa realizado por el jesuita Pedro Murillo Velarde (1696-1753) y el grabador filipino Nicolás de Cruz Bagay se convirtió en un mapa de referencia del archipiélago filipino.
En 1744, Murillo y Bagay realizaron una segunda edición del mapa. Esta versión, concebida para ser incluida en la obra de Murillo Historia de la Provincia de Filipinas de la Compañía de Jesús, publicada en 1749, presentaba una escala más reducida y no incluía los tarjetones etnográficos del mapa original. Aportaba actualizaciones de rutas de navegación y detalles geográficos, incluyendo nuevos asentamientos en Luzón. También incluía representaciones simbólicas, como la de san Francisco Javier como príncipe de los mares, detalle añadido que subraya la conexión entre la evangelización y la cartografía jesuita.
En 1767, el rey Carlos III ordenó la expulsión de la Compañía de Jesús de todos los dominios españoles, incluyendo Filipinas. La orden llegó en 1768, y las posesiones de los jesuitas fueron transferidas a otras órdenes religiosas. Las planchas de cobre originales del mapa quedaron bajo custodia del Seminario de San Carlos en Manila. Dichas planchas fueron modificadas en 1788 para incluir el mapa de Murillo Velarde en el primer volumen de la obra del agustino Juan de la Concepción, esta vez sin referencias a la Compañía de Jesús —un reflejo de las tensiones políticas generadas por la expulsión de los jesuitas—. Esta edición es una de las más raras y codiciadas a causa de las alteraciones en la plancha original y la escasez de copias actuales.
La Compañía de Jesús fue restaurada en España en 1852 y volvieron a Filipinas en 1859, bajo el reinado de Isabel II, para reactivar sus actividades misioneras y educativas, especialmente en Mindanao y Joló, áreas de resistencia a la evangelización a causa de la oposición de los sultanatos musulmanes a la dominación colonial. Al su regreso, los jesuitas recuperaron algunas de sus propiedades, incluyendo las planchas de cobre del mapa, y en 1887 publicaron una nueva edición del mapa, restaurando las planchas recuperadas. Esta cuarta versión se presentó en la Exposición General de Filipinas en Madrid en 1887, junto con otros mapas etnográficos.
En 2014, una copia del mapa de 1734 fue subastada en Sotheby’s, Londres. El mapa, preservado durante más de dos siglos por la familia del duque de Northumberland, se puso a la venta para cubrir el coste de una reparación de doce millones de libras a causa del colapso de un sistema de drenaje. Fue adquirido por el empresario filipino Mel Velarde por 231.000 euros, que lo donó al Museo Nacional de Filipinas. Hasta aquel momento, no había copias del mapa en el país, y su repatriación se consideró significativa para la identidad nacional filipina.
En la última década, el mapa ha jugado un papel crucial en disputas territoriales entre Filipinas y China por la soberanía sobre el atolón Scarborough, ubicado en el mar de China Meridional. Durante el enfrentamiento de 2012, el Gobierno filipino presentó el mapa de Murillo Velarde como evidencia ante el Tribunal de La Haya para demostrar su soberanía sobre el territorio. El mapa de Murillo muestra Panacot (Scarborough) como parte del territorio bajo soberanía española, reforzando los argumentos de Filipinas en el conflicto. Este uso del mapa subraya su constante importancia como documento histórico y herramienta política en el escenario internacional.
Como describe el inventario de la BMVB, el mapa fue donado por Crisanto Pineda. Dicha donación sale publicada en el Butlletí de la BMVB de noviembre de 1888, en la página 8:
«Un precioso y muy raro Mapa de las Yslas Philipinas hecho por el P. Pedro Murillo Velarde de la Comp. de Jesvs y esculpido, al agua fuerte al parecer, por Nicolás de la Cruz Bagay en Manila, en el año de 1744, ha entrado á formar parte de nuestras colecciones merced á la hidalguía y desprendimiento del Sr. Don Crisanto Pineda, persona acreedora á nuestra consideración por los continuados favores que á esta BIBLIOTECA-MUSEO dispensa».
La figura de Crisanto Pineda es un buen exponente de las consecuencias de un largo proceso de colonización construido basándose en la diferenciación y en la segregación raciales. Es bastante probable que, a causa de ello, y como veremos a continuación, Crisanto Pineda acabara conociendo a Víctor Balaguer en Madrid en 1888.

Pineda fue abogado de profesión en la segunda ciudad más importante del archipiélago durante el período colonial español, Iloilo, en la isla de Panay, ciudad que a lo largo del siglo XIX recibió importantes inversiones para desarrollar las relaciones comerciales a través de su puerto. Nació (en fecha desconocida) en la cabecera de Tondó, que hoy en día es un distrito de la ciudad de Manila. En 1872 obtuvo en Manila el título de abogado de la Real Audiencia de Filipinas. En 1879 (Guía Oficial de Filipinas, 1879: 84) ya se encontraba ejerciendo en Iloilo, donde también ejercía como periodista y empresario. Fue corresponsal de La Ilustración de Oriente en 1872, y posteriormente de Oriente en 1877. En 1885 colaboraba con la Librería Universal de Manila, también en Iloilo. En 1886, fundó, junto con un ilustrado español, Francisco Gutiérrez Creps, ayudante del Cuerpo de Montes, el Eco de Panay, diario quincenal que en dos años pasaría a ser semanal, con imprenta propia, y que permanecería activo hasta 1898.
De su actividad como empresario disponemos de pocas referencias. Contamos con una interesante carta escrita por el mismo Pineda, y publicada en La Oceanía Española (n.º 238, 14 de octubre de 1884: 3), dirigida al director del Porvenir de Visayas, con el objetivo de defenderse de las calumnias que, según el autor, caían sobre su figura. La carta pone de manifiesto sus conocimientos legales, y constituye un verdadero alegato en defensa de sus actividades empresariales, que son enumeradas a lo largo de la misiva. En primer lugar, defiende las tarifas que imponía como contratista de carruajes (citando un mínimo de tres tipos: de cuatro ruedas, calesas, ómnibus de dos caballos…). A continuación, mencionaba su actividad como arrendador de vados y el primer puente (levantado por él mismo) entre Iloilo y La Paz, del cual gestionaba el peaje.
La cuestión de los vados y puentes era un asunto delicado, y suponía conflictos constantes entre autoridades, empresarios y particulares, como puede percibirse en la prensa de la época y en las regulaciones y pleitos. El gran número de ríos en la geografía filipina suponía un desafío logístico para la expansión comercial de la colonia, una oportunidad de beneficio para la empresa privada y generaba necesidades en la población. En la gran mayoría de los casos, la gestión de los vados estaba controlada por españoles europeos y por una clase alta mestiza, a la cual pertenecía Pineda, que eran los únicos capaces de presentar propuestas adaptadas a los complejos pliegos de condiciones. También estaba a cargo de la gestión de los vados en los puentes de Molo a Mandurriao, y de Jaro a Mandurriao, a pesar de que en estos casos los puentes eran públicos.
La cuestión de los vados y peajes continuó trayendo cola a lo largo del período de 1883 a 1887, durante el cual Pineda obtuvo el contrato por el servicio de vados de la provincia de Iloilo. Como la interlocución con la administración colonial no resolvía los agravios acumulados contra su persona, Pineda, durante su estancia en Madrid, contactó directamente con el ministro de Ultramar, en enero de 1888, para que este intercediera en defensa de su caso. Desconocemos si la respuesta de Víctor Balaguer fue satisfactoria para el abogado filipino, pero esta carta pone de manifiesto por primera vez la existencia de cierta relación con el ministro (Archivo Histórico Nacional [AHN], Fondo de Ultramar, legajo 5347, expediente 18).
La razón es que, a pesar de ser una figura importante en Iloilo, con apellidos españoles y reconocida por las autoridades, a efectos censales, Pineda formaba parte de los mestizos sangley, como era habitualmente conocida en Filipinas la población mestiza de sangre china y autóctona, sujetas a tributos específicos.
En efecto, en la persona de Pineda convergían cuatro apellidos españoles, vinculados a las conquistas de México y Filipinas (Pineda Domingo Fernando y Casas). Uno de sus antepasados había sido Ambrosio Casas, bisabuelo materno de Pineda. Nacido en Binondo, fue un coronel de las milicias provinciales de mestizos del Real Príncipe, jefe de Barangay y «gobernadorcillo» de mestizos en Binondo. Condecorado con la Gran Cruz de Isabel la Católica, participó en la erección de la estatua de Carlos IV frente a la catedral de Manila entre 1811 y 1825. El 21 de mayo de 1817 le fue concedida una real cédula con el privilegio de que sus descendientes, hasta los nietos, fueran reconocidos como españoles europeos:
«[…] he venido a conceder al referido D. Ambrosio Casas en atención a sus méritos la gracia de que sus hijos y sus primeros nietos no paguen las contribuciones que los mestizos de Sangley y que sean exentos de polos y servicios como si fueran españoles europeos […]» (La Vanguardia. Diario filipino independiente, any XXIV, núm. 149, 25 de juliol de 1933: 11).
Quedaba así exento de los tributos aplicados a los mestizos de origen chino. Su hija, Lucía Casas, se casaría con Damián Domingo, alférez naval y uno de los primeros pintores filipinos de los cuales tenemos constancia (Santiago, 2010). Conocido retratista, la especialidad que más notoriedad dio a Domingo fueron las ilustraciones sobre temas costumbristas, denominadas «tipos del país», dibujos a la acuarela que representaban a figuras autóctonas, de todas las clases sociales y grupos étnicos. Este matrimonio tuvo una prolífica descendencia (cerrándose en esa generación el privilegio concedido a su abuelo), entre ellas Feliciana Domingo, casada con Anselmo Pineda, madre y padre de Crisanto respectivamente. Como teniente de Caballería y caballero de la Real y Militar Orden de Santo Hermenegildo (de la cual solo formaban parte los militares condecorados), Anselmo Pineda presentó en 1868 una solicitud pidiendo que sus hijos fueran considerados españoles (AHN, Fondos de Ultramar, legajo 472, expediente 36). Así podían optar a becas para estudiar en colegios mayores. No obstante, las leyes solo permitían becar a hijos de padre y madre españoles y europeos, de forma que, a pesar del expediente militar del teniente Pineda, la petición fue rechazada.
Así que Crisanto Pineda, abogado, destacado empresario en la ciudad de Iloilo, periodista, descendiente de hidalgo, ya no poseía el derecho a quedar exento de los tributos debidos por su condición de sangley. En abril de 1887, se encontraba haciendo poderes notariales en Iloilo y, después de reunir un número importante de documentos, se embarcó, en el mes de mayo, en el vapor Diamante con el hijo de su primer matrimonio, en dirección a Hong Kong, Marsella y Barcelona (La Oceanía Española, año XI, n.º 104, 8 de mayo de 1887: 3). Con toda probabilidad, llegó a Madrid antes de que concluyera la exposición que sobre su país se organizaba en el parque del Retiro. Y ya en diciembre de 1887, escribía una carta a Víctor Balaguer, entonces ministro de Ultramar, solicitando una convalidación de su título como abogado de la Real Audiencia de Filipinas por el de licenciado en Derecho Canónico y Civil, exponiendo precedentes jurídicos para su convalidación. No sabemos si Crisanto Pineda tuvo la oportunidad de conocer al ministro durante la celebración de la exposición, aunque es cierto que Pineda no solo se desplazó a Madrid para convalidar su título de abogado.
El 6 de febrero de 1888, se emitía un Real Despacho de Nobleza y Armas en su favor, y a partir de aquel momento, Pineda dejaría de ser considerado un sangley, llevaría escudo de armas y sería considerado hidalgo. Solo dos españoles no naturales son conocidos por haber sido distinguidos con un título nobiliario en Filipinas; Antonio Tuason de Binondo y Crisanto Pineda (Santiago, 2010: 14), ambos mestizos sangley.
En abril de 1888 fue recibido por la reina regente de España, y se le concedió la Encomienda de Isabel la Católica. A pesar de que las circunstancias de proximidad, o de amistad, con Víctor Balaguer son desconocidas, Pineda le escribía el 25 de mayo de 1888, ya desde Barcelona, para anunciarle que había visitado la biblioteca museo de Vilanova i la Geltrú y que había quedado vivamente impresionado por la colección filipina que entonces ya alojaba. Fue en esa visita que Pineda hizo su primera donación a la BMVB, un ejemplar de Noli me tangere de José Rizal.
Ambos filipinos tenían en común con Balaguer su adscripción a la masonería, algo que podría haber jugado a favor de Pineda para facilitar su vínculo con el ministro de Ultramar. Agradecía las recomendaciones que el ministro le había proporcionado y ratificaba su compromiso de contribuir a la ampliación de la colección del museo. El 1 de junio partía desde Barcelona en dirección a Manila, adonde llegó el 4 de julio. Allí le hicieron llegar una carta enviada por Víctor Balaguer mientras era objeto de un cordial recibimiento por parte del gobernador general.
Desde su llegada a Filipinas, Pineda hizo uso de su escudo nobiliario, que empezó a incluir en las cartas cruzadas con Víctor Balaguer. En la primera misiva que le envió desde Filipinas, Pineda lamentaba el cese de Balaguer como ministro de Ultramar, y a la vez le informaba de su primer envío, en este caso de una mesa de madera (véase informe específico), dejando en manos de Balaguer el uso que quisiera darle. En septiembre, una nueva carta dirigida al exministro le informaba de una primera donación de libros para el museo, y el 9 de octubre, una tercera misiva hacía referencia a nuevas donaciones. Entre ellas, se encontraba la siguiente:

«Hoy me tomo la libertad de incluir pa(ra) la misma Biblioteca, un mapa de Filipinas que cuenta siglo y medio de existencia y és el primero que se litografió en Manila» (carta manuscrita de Crisanto Pineda a Víctor Balaguer, Ms. 385/064: 2).
No sabemos cómo ni de qué manera Pineda se hizo con el mapa. Es posible que después de la modificación de 1788 se imprimieran copias del mismo en Filipinas. Descartamos que lo hubiera adquirido de manos de los mismos jesuitas, porque en 1887 las planchas de cobre se habían modificado para restaurar el nombre de la compañía, lo que hacía imposible conseguir una copia «censurada» producida con posterioridad a aquella fecha. A pesar de la escasa información que aportaba el mismo Pineda, este era muy consciente de la importancia de la donación, y por tal motivo lo enfatizaba en la correspondencia con su amigo y, quizá, benefactor.
Las últimas misivas de Pineda a Balaguer mostraban la complejidad del vínculo trenzado entre ellos. En enero de 1889, Pineda le informaba de su reciente matrimonio con una hija de Eduardo Aulés, a quien Pineda definía como «protegido» de su interlocutor, anunciándole que su nuevo suegro se desplazaría pronto a Madrid con motivo de su nombramiento en la secretaría de sala de la Audiencia de Cebú. Mencionaba también la Exposición Universal de Barcelona, que parecía haber tenido la ocasión de visitar fugazmente antes de volver a Filipinas, durante los días en que había visitado también Vilanova. En su última carta, un mes después, solicitaba el apoyo de Balaguer para conseguir una plaza en el Registro de la Propiedad abierto en Iloilo.
En paralelo a su relación epistolar, presidida por una admiración y adulación mutuas, en Madrid se tramitaba con lentitud el expediente de convalidación de su título de abogado. Con fecha de entrada de 30 de diciembre de 1887, el expediente, a lo largo de 1888, parecía parado. ¿Quizá el suegro de Pineda intercediera, durante su estancia en Madrid, para desatascar la tramitación? El caso es que el 22 de mayo de 1889 se comunicó al Gobierno General de Filipinas la existencia de una real orden que informaba de la tramitación. Fuera como fuese, es muy probable que Crisanto Pineda no se enterara de ello. Filipinas conoció a lo largo del siglo xix seis epidemias de cólera, y la última de ellas fue una de las más mortíferas (doscientas mil víctimas).
Desde abril de 1889, empezaron a aumentar los casos en todas partes del archipiélago. El 19 de mayo, el gobernador de Iloilo solicitó a Pineda que alquilara su casa, en la calle Iznart, para montar un hospital de campaña (La Oceanía Española, año XIII, n.º 115, 19 de mayo de 1889: 3). Pineda cedió de forma altruista sus propiedades, pero seis días más tarde murió, víctima del cólera. Un barco llegado a Manila desde la isla de Panay el 1 de junio confirmaba, entre otras muchas, la muerte del hidalgo (ibídem: 2).
Para concluir, hay que añadir que el expediente fue desestimado en diciembre de aquel año. Entre los argumentos expuestos, se recordaba que cualquier proceso de convalidación exigía tanto el pago de las tasas correspondientes como pasar unos exámenes, cosa que Pineda había tratado de evitar. Finalmente, el informe emitido por la Universidad de Manila, institución responsable de dictar la resolución definitiva, era contundente: la razón final era la falta de interés del peticionario causada por su deceso.
Crisanto formaba parte de una élite local que buscaba equipararse a los españoles naturales, en su caso hasta el punto de conseguir un título nobiliario. Los múltiples negocios que lideraba, así como su lugar de residencia, una casa con camarín en la calle Iznart, en el centro de la ciudad, reflejaban un linaje construido a lo largo de generaciones de colaboracionismo con el colonizador, pero también con una mirada crítica sobre los nuevos tiempos en que le había tocado vivir. No deja de ser anecdótico que su primera donación fuera la ópera prima de Rizal, entregada a la BMVB un año después de haber sido calificada como «subversiva» por el gobernador general Emilio Terrero. ¿Quizá el ejemplar de Rizal corrió la misma suerte que su autor? A pesar de la publicación en el boletín del museo, no hay registros en la biblioteca sobre el paradero del libro.
Estimación de la procedencia
El mapa de las islas Filipinas de Pedro Murillo Velarde, conocido como la «madre de todos los mapas filipinos», es un símbolo histórico y cultural que refleja las complejidades del colonialismo español en Filipinas. Este mapa, creado en 1734 por Pedro Murillo Velarde, un jesuita español, en colaboración con el grabador filipino Nicolás de Cruz Bagay, es un testimonio de la geografía, la diversidad cultural y las rutas comerciales del archipiélago filipino durante la era colonial.
Durante el siglo XIX, Filipinas experimentó una serie de transformaciones económicas y sociales a causa de la expansión del comercio internacional y las inversiones extranjeras. Iloilo, la segunda ciudad más importante del archipiélago en aquella época, se benefició significativamente de dichas inversiones gracias a su puerto estratégico, facilitando las relaciones comerciales con otras regiones y con el mundo exterior.
En este contexto, Crisanto Pineda, abogado de profesión, emergió como una figura prominente. Nacido en Tondo, Manila, Pineda se trasladó a Iloilo, donde destacó como abogado, periodista y empresario. Pineda, mestizo sangley (término arcaico utilizado en Filipinas durante la era colonial española para describir a las personas de ascendencia mixta china y filipina nativa), formó parte de una élite local que buscaba ascender en la jerarquía colonial. A pesar de sus éxitos, como obtener el título de abogado de la Real Audiencia de Filipinas en 1872, y de sus múltiples actividades empresariales, tuvo que hacer frente a desafíos por culpa de su ascendencia mestiza, hecho que lo llevó a luchar por el reconocimiento de sus derechos y posición social.
Crisanto Pineda viajó a España en 1887 con varios objetivos. En primer lugar, buscaba convalidar su título de abogado de la Real Audiencia de Filipinas para obtener el de licenciado en Derecho Canónico y Civil en España. Dicha convalidación era importante para asegurar su reconocimiento profesional y aumentar sus ingresos. Además, Pineda estaba interesado en resolver diversos pleitos relacionados con sus actividades empresariales en Iloilo, donde se había enfrentado a conflictos por la gestión de barreras y peajes, así como por sus actividades como contratista y empresario. Otra razón significativa de su viaje fue la obtención de un título nobiliario, lo que reflejaba su aspiración de elevar su estatus social en el contexto colonial. En febrero de 1888, Pineda recibió un Real Despacho de Nobleza y Armas que le permitió ser considerado hidalgo, un logro fuera de lo común para un mestizo sangley en la jerarquía social colonial.
Durante su estadía en España, Pineda conoció a Víctor Balaguer, entonces ministro de Ultramar, y mostró interés por las colecciones filipinas de la biblioteca museo de Vilanova i la Geltrú. Pineda visitó la BMVB antes de volver a Manila y quedó impresionado por su colección filipina. Como muestra de agradecimiento y de colaboración, Pineda decidió donar un ejemplar del Noli me tangere de José Rizal durante su visita al museo. Posteriormente, envió a la biblioteca desde Filipinas una copia del mapa de Murillo Velarde, destacando la antigüedad e importancia histórica del documento.
La llegada del mapa a Cataluña está rodeada de misterio, puesto que no se sabe exactamente cómo obtuvo Pineda la copia. Sin embargo, es probable que, después de la modificación de 1788, se imprimieran copias adicionales en Filipinas. Dado que en 1887 las planchas de cobre originales habían sido modificadas para restaurar el nombre de la Compañía de Jesús, resulta improbable que la copia «censurada» fuera producida después de esta fecha. El mapa fue enviado a Vilanova junto con otros documentos y libros filipinos, reflejando la intención de Pineda de preservar y compartir la cultura filipina con el mundo. Esta donación subraya su compromiso con el reconocimiento y la difusión del patrimonio cultural filipino, a pesar de las complejidades de su propia identidad mestiza y de los retos que enfrentó en el contexto colonial.
La decisión de Crisanto Pineda de donar el mapa de Murillo Velarde a la BMVB puede entenderse en el contexto de sus intereses personales, profesionales y sociopolíticos, así como por su deseo de dejar un legado significativo. Una de las razones fundamentales para la donación del mapa fue la consolidación de su estatus social y profesional. Pineda, un mestizo de origen chino y español, había trabajado mucho para mejorar su posición en la jerarquía colonial. Durante su viaje a España, buscaba convalidar su título de abogado y obtener un reconocimiento formal de su estatus social al recibir un Real Despacho de Nobleza y Armas. La donación del mapa de Murillo Velarde puede haber sido un gesto estratégico para fortalecer sus vínculos con figuras influyentes como Víctor Balaguer, el ministro de Ultramar, que tenía la capacidad de facilitar dichos objetivos.
Además, Pineda mostraba un interés genuino en preservar y difundir la cultura filipina, como demuestra su donación de un ejemplar del Noli me tangere de José Rizal durante su visita al museo. Al donar el mapa, Pineda contribuía a una colección que destacaba el patrimonio cultural de Filipinas en Europa, subrayando la riqueza histórica del archipiélago y su relevancia en un contexto global. También es importante considerar la red de contactos y alineación masónica que tanto Pineda como Balaguer compartían. Dicha conexión a través de la masonería podría haber facilitado un vínculo de confianza y de colaboración. Esta alineación ideológica y social podría haber motivado que Pineda escogiera a Balaguer como destinatario de un objeto cultural de gran valor y significado.
Por otro lado, al hacer esta donación, Pineda aseguraba que su nombre quedara asociado a un acto de preservación cultural, cosa que le proporcionaba un sentido de legado y de contribución perdurable a la historia y la cultura filipinas. Afianzarse un lugar en la historia como benefactor cultural habría sido una motivación poderosa para alguien de su posición y antecedentes. Finalmente, la carta de Pineda a Balaguer agradeciendo las recomendaciones que el ministro le había proporcionado sugiere que Pineda veía a Balaguer como un aliado y un benefactor que podía ayudarle en sus objetivos personales y profesionales. La donación del mapa podría haber sido un acto de reciprocidad para fortalecer dicha relación y obtener más apoyo para sus causas.
En conclusión, la donación del mapa de Murillo Velarde por parte de Crisanto Pineda a Víctor Balaguer fue probablemente un acto multifacético que combinó sus aspiraciones personales, su interés en promover la cultura filipina y su deseo de establecer y de mantener vínculos estratégicos en un entorno político y social complejo. A través de esta donación, Pineda no solo contribuyó a la preservación de un importante patrimonio cultural, sino que también consolidó su lugar en la historia como un actor clave en la difusión del legado filipino en Europa.
Posibles clasificaciones alternativas
En cuanto a la información sobre el mapa, habría que datarlo correctamente en el inventario. Por otro lado, en caso de exhibirlo, sería recomendable contextualizar cómo llegó al museo, incluyendo un análisis decolonial de las causas que pudieron impulsar la donación.
Fuentes complementarias
Aguilera Fernández, M. (2018). La reimplantación de la Compañía de Jesús en Filipinas: De la restauración a la revolución filipina (1815-1898) [tesi doctoral, Universitat Autònoma de Barcelona]. <https://www.educacion.gob.es/teseo/imprimirFicheroTesis.do> [consulta: 19-08-2023]. Agustinos Recoletos (11 de febrer de 2021). Fray Juan de la Concepción, agustino recoleto e insigne historiador.
<https://www.agustinosrecoletos.org/actualidad/17938/fray-juan-de-la-concepcion-agustino-recoleto-e-insigne-historiador> [consulta: 12-08-2023]. Altić, M. (2018). Jesuit contribution to the mapping of the Philippine Islands: A case of the 1734 Pedro Murillo Velarde’s Chart. Dins Martijn Storms et al. (ed.), Mapping Asia: Cartographic Encounters Between East and West. Cham: Springer.
<https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-319-90406-1_5> [consulta: 08-07-2023]. Archivo Histórico Nacional, fons d’Ultramar, lligall 5347, exp. 18. Artigas y Cuerva, M. (1902). Los periódicos filipinos: La más completa bibliografía publicada hasta la fecha acerca de los papeles públicos filipinos [microfilm]. Manila: Biblioteca Nacional Filipina.
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Historia general de Philipinas, conquistas espirituales y temporales de estos españoles dominios, establecimientos progresos y decadencias: comprehende los imperios reinos y provincias de islas y continentes con quienes há havido communicacion y comercio por immediatas coincidencias: con noticias universales geographicas hidrographicas de historia natural, de politica de costumbres y de religiones… Manila: Impr. Del Seminar. Conciliar y Real de S. Carlos. Fons general, signatura XVIII/451. Vilanova i la Geltrú: Biblioteca Víctor Balaguer. Díaz, C. (19 de gener de 2019). Damián Domingo, pintor y maestro filipino. Cuaderno de Sofonisba.
<http://cuadernodesofonisba.blogspot.com/2019/01/damian-domingo-pintor-y-maestro-de.html> [consulta: 22-08-2023]. Díaz de la Guardia y López, L. (2001). Datos para una biografía del jurista Pedro Murillo Velarde y Bravo. Espacio, Tiempo y Forma, sèrie IV H.ª Moderna, XIV, 407-471. Esquire Philippines (4 de maig de 2017). We have the mysterious map that proves the West Philippine Sea is ours. Esquire Magazine.
<https://www.esquiremag.ph/politics/news/mel-velarde-murillo-map-a00203-20170504-lfrm> [consulta: 11-08-2023]. Expedient de beca dels fills d’Anselmo Pineda. Archivo Histórico Nacional. Fons d’Ultramar, lligall 472, exp. 36. Exposición General de las Islas Filipinas (1887). Catálogo de la exposición general de las Islas Filipinas celebrada en Madrid… el 30 de junio de 1887. Signatura: AHM/633416. Madrid: Biblioteca Nacional de España.
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